Institucionalización de la perspectiva de género: identificar las desigualdades para transformar la cultura organizacional
Por Natalia Zlachevsky, Mora Laiño y Pablo Friedman.
La perspectiva de género es uno de los pilares para formar una cultura de trabajo inclusiva, en la que las personas que integran una organización sean reconocidas más allá de su género u orientación sexual.
El ámbito de las ingenierías tiene su particularidad. A lo largo del tiempo se ha moldeado como una cultura masculinizada, en la que ciertas aptitudes tradicionalmente asociadas al género masculino como la eficiencia, la racionalidad, la fuerza y la competencia, gozan de un mayor reconocimiento y prestigio. En contraposición, aquellos atributos históricamente vinculados con el universo de lo femenino como el cuidado, las emociones, lo vincular y la cooperación han sido menos valorados y jerarquizados, forjando así desigualdades simbólicas y materiales dentro del mundo de las ingenierías.
A partir de este reconocimiento, y del inicio de un proceso de formación y sensibilización interno, ISF-Ar conformó un grupo de trabajo con el objetivo de identificar y visibilizar ciertas prácticas que reproducen desigualdades para evitar que se trasladen a la cultura organizacional, e incidir en una transformación social más amplia.
El camino de institucionalización de la perspectiva de género comenzó así a transitarse.
El primer paso consistió en analizar cómo se encontraba la organización en términos de paridad de género en los equipos de trabajo. El resultado obtenido mostró que existía una cantidad similar de hombres y mujeres en proyectos y áreas. A su vez, ayudó a identificar el ejercicio de prácticas igualitarias en cuanto al manejo de herramientas, roles de toma de decisión y otro tipo de tareas.
A partir de este hallazgo, se hizo una encuesta a mujeres voluntarias de la organización, en su mayoría ingenieras, para comparar las percepciones de las que se habían integrado recientemente con las de aquellas con mayor tiempo de permanencia en la organización. De este modo, se buscó identificar los posibles efectos que podía tener sobre ellas el hecho de habitar contextos de mayor igualdad, como los que se promueven en ISF-Ar.
El resultado arrojó que las mujeres que llevaban más tiempo en la organización eran mucho más conscientes de haber transitado grandes desigualdades en su trayectoria académica y laboral que aquellas que recién ingresaban y parecían no identificar fácilmente prácticas o experiencias atravesadas por la desigualdad de género.
El reconocimiento de la violencia como una problemática social vinculada a la existencia de desigualdades e inequidades, no es ajena a la cultura de las organizaciones. En 2019 la Comisión de igualdad y buen trato de ISF-Ar trabajó en la elaboración de un protocolo de prevención y erradicación de la violencia con perspectiva de género. Este instrumento incluye un plan de sensibilización y capacitación en todos los equipos internos sobre las relaciones desiguales de poder, la perspectiva de género y los tipos y manifestaciones de violencia.
La herramienta se complementa con otras iniciativas como la de equiparar las licencias por maternidad y paternidad. En nuestro país, la ley 20744 de Contrato de Trabajo establece 90 días de licencia por maternidad y 2 de licencia por paternidad. Igualar la cantidad de días y brindarle una licencia de 90 días a la persona no gestante es una apuesta a una transformación cultural que incluya la corresponsabilidad en las tareas de cuidado.
Para comprender en detalle la relevancia de la Comisión de igualdad y buen trato, Victoria Rivero, ingeniera química y voluntaria en ISF-Ar desde hace 5 años, siente que la existencia de la comisión le da la tranquilidad de saber que está en el lugar correcto. “En mi profesión viví situaciones de desigualdad y en ISF-Ar sé que cuento con una comisión que ayuda a resolver situaciones, que siempre se puede encontrar una persona con la cual hablar y sentirse cómoda y el enfoque participativo y abierto que se le da al tema es fundamental para que se contemplen todo tipo de situaciones.”
Andrés Armesto es ingeniero industrial y voluntario de ISF-Ar hace tres años. De entrada percibió que en las obras la cantidad de varones y mujeres era similar. Esto lo notó tanto en espacios técnicos como en toda la estructura de la organización. El apoyo de la comisión de igualdad y buen trato es clave para que se mantenga y la equidad que hay en todos los espacios enriquece el paso por ISF-Ar. “Se fomenta que exploremos nuevos roles por fuera de los estereotipos de género. Eso nos hace sentir muy cómodos a la hora de tomar nuevas funciones.”
Estas iniciativas son puntos de partida hacia una ingeniería más inclusiva que desafíe los tradicionales roles y estereotipos de género.
Los próximos objetivos incluyen transversalizar la perspectiva de género en el diseño, la implementación y la evaluación de los proyectos que ISF-Ar lleva adelante, junto a otros actores. Poder incorporar una mirada transformadora de las relaciones de género en los proyectos de infraestructura requiere no ser ciegos al sesgo de género. Aceptar que las inequidades existen puede ser el puntapié para pensar creativamente de qué manera los proyectos pueden transformar estas asimetrías, con una mirada más amplia de acceso a derechos humanos.